martes, 1 de julio de 2008

analista y paciente/encuentro terapéutico/el miedo y la repetición

“El Conocimiento nos aleja de la Vida y la vida nos aleja del conocimiento” F.Nietzsche. La vida se descubre a cada paso que damos, es una aventura inédita y por lo tanto, la vida empieza por nosotros. Es el conocimiento lo que creemos y aprendimos lo que nos detiene para entrar en esa aventura. Aquello que vivimos es lo que repetimos una y otra vez como sí fuera la única manera de ver y hacer las cosas, Nuestra educación, la forma en que nos defendimos de los peligros (internos y externos) en la infancia. . . aquellas cosas que alguna vez nos dieron satisfacción y luego se transforman en vicios de los cuales estamos agarrados como de tablas de salvación, cómo si no pudiésemos vivir de otra manera. Es entonces cuando se hace necesario volver a la vida (esa de la que habla Nietzsche, the wild one), saltar al abismo de la vida, conocernos y conocer lo que nos rodea como si fuera la primera vez.
La clínica psicológica en cierto modo, es como la vida, hay que transitarla sin preconcepciones (di del paciente ni del terapeuta).
En ella conviven lo sagrado y lo mundano, el misterio y lo concreto. Cada vez que nos encontramos con nuestros pacientes es una experiencia nueva. Ponemos a un lado lo aprendido y entramos en ese espacio vacío dentro de cada uno de nosotros. Así fue como surgió el psicoanálisis de hecho, partiendo de una experiencia vital de Freud con sus pacientes, reflexionando con ellos. Yo pienso que Freud era mucho más libre de la técnica psicoanalítica que lo que son hoy la mayoría de los psicoanalistas.
Pero entonces si entramos sin preconcepciones, cómo se trabaja? cómo se hace para acercarse al paciente, cómo ayudarlo a abrirse, cómo entrar con él a ese espacio común que es el encuentro terapéutico? Porque todos los que trabajamos con personas sabemos (o vamos a saber), lo difícil que puede ser, cuánto se resisten determinadas estructuras a cambiar a pesar del sufrimiento que causan. La neurosis es una estructura rígida, ni hablar de la psicosis! Es un atolladero y el encuentro terapéutico es necesario para salir adelante en el atolladero. Creo que es muy importante tener una formación teórica sólida porque la teoría, el intelecto, la capacidad para reflexionar es lo que sostiene nuestro Yo y es importante estar parado en un piso firme para lanzarnos a la aventura sin perdernos o sin volvernos locos. Una vez le preguntaron a Castaneda porqué Don Juan exigía de sus aprendices preparación intelectual y él respondió: “Porque el intelecto es lo único que puede poner un resguardo contra el embate inevitable de lo desconocido, contra el miedo a lo desconocido. El intelecto es lo único que puede consolar al brujo; el consuelo no viene al brujo del fuego o de los sentimientos; es el intelecto lo que le salva.”
Entonces : aprender a Saltar. Entregarnos a la experiencia terapeútica sin ideas previas,Con la“atención flotante”, con el ,”Yo suspendido”, con el hemisferio cerebral derecho bien despierto. Si nosotros no nos entregamos, el paciente tampoco se va a entregar, es así.. Y es el intelecto el que luego va a sacarnos de esa experiencia inédita para comprenderla ,la vida entonces se agranda y se interpreta de una nueva ( distinta a la neurosis, a la repetición, a lo ya conocido).
(Esto me hace acordar al epígrafe que escribí para el Cap.8 del libro De la Vida al Conocimiento que se lee más abajo bajo el titulo Fobia Existencial.keep on)

Fobia Existencial/el agujero Interior

Mas vale malo conocido que bueno por conocer.
“Hay que salir del agujero interior...” decía una canción de Virus al comienzo de los 8O`.
Hay que salir de la propia miseria, del cuento que nos contamos: alcoholismo, depresión, manía,
vejez, orfandad, impotencia, histeria, adolescencia, anorexia, víctimas, victimarios... salir
para encontrarnos con la vida misma, sin cuentos, inesperada y tumultuosa vida inaprensible, incomprensible también. Pero, hay que salir, romper el cascarón de la locura conocida
y dar un paso en el vacío de lo desconocido que adviene.
Paradójicamente, entrar en este vacío es la única forma de abandonar el vacío existencial
en el que vivimos, la mentira que nos hemos fabricado para sentirnos a salvo
de este “ser arrojado al mundo” que somos y seremos.
“A la vida hay que hacerle el amor...” seguía cantando Federico Moura.